lunes, 2 de febrero de 2015

La gente que me gusta

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla , que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y lo que hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de de los consejos sensatos dejando las soluciones en mano de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de si, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia. A estos los llamo amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.


La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente.

La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni como lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría , los sueños, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como esa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mi  me doy doy por bien retribuido

Gracias por ser esa gente:

Imposible ganar sin saber perder.
Imposible andar sin saber caer.
Imposible acertar sin saber errar.

Imposible vivir sin saber vivir:
La gloria no consiste en no caer nunca, sino mas bien en levantarse todas las veces que sea necesario. Y eso es algo que muy poca gente tiene el privilegio de poder experimentar.

Bienaventurados aquellos que ya consiguieron recibir con la misma naturalidad el ganar o el perder, el acierto y el error, el triunfo y la derrota…

— Mario Benedetti.

domingo, 1 de febrero de 2015

Mi primer Vegaño



Hoy es un día especial.

Por ser el cumpleaños de Dennis Brown y el vigésimo aniversario luctuoso de Jill Phipps.
Pero sobre todo, porque un día como hoy, hace un año emprendí un viaje hacia el Veganismo.

Un viaje que es solo de ida, que una vez embarcado no hay retorno.

Hace un año me divorcié de una cómoda y auto condescendiente vida vegetariana, de una lucha a medias tintas por el respeto a los derechos de los animales.

Me liberé de la trampa de los lácteos:
De sus diferentes tipos de queso en la pizza, su yogurt griego extra cremoso, sus batidos de leche entera con nieve de crema y Philadelphia, su eterna y severa acidez, gastritis y esofagitis ocasionados por esos placeres que hoy concibo como insanos.

De una tibia vida de vegetariano por poco más de doce años, decidí arreglar esa disonancia que había entre mi corazón y mis actos. Fue entonces que derroté los caprichos de mi paladar y evolucioné al Veganismo.

¿Veganismo?

Si, porque sabía que al pedir comida libre de carne no estaba haciendo lo suficiente para conseguir que  la congruencia entre mis actos y mis ideas se tomaran de la mano y caminaran juntos en la misma dirección.

Pero el egoísmo de mi paladar se oponía a esta convergencia, y me bombardeaba con pretextos conformistas y mediocres propios de un animalista de medio tiempo y un especista que trabaja horas extra incluso sábados y domingos.
De los que abundan en las redes sociales cacareando sobre lo mucho que quieren a su perro, y no sienten la menor culpa al comerse un filete de pescado y presumirlo en Instagram.

Yo no quería ser un hipócrita como ellos.

Pero crecer dentro de la incubadora de una sociedad que te muestra a los animales como objetos y materia prima de abuso, es complicado desprogramarse y ver las cosas tal como son. Probablemente por eso hay tantos hipócritas inundando las redes sociales.

El Veganismo es difícil cuando solo piensas en ti mismo, en tus comodidades.
Pero si se replantea bajo esta premisa, cambia radicalmente la ecuación:

“Si el Veganismo es difícil para mí, ¿cómo será de difícil mi no Veganismo para aquel ternero que nace en esclavitud, que es maltratado desde antes de salir por completo del vientre de su madre, es separado de ésta justo después de nacer y morirá de desnutrición para que podamos comer su carne y obtener la leche de su madre?



Nuestra “dificultad” pasa a segundo término.

Es imperante que dejemos de ver a los animales como objetos sin sentimientos, para después dejar de tratarlos como tales.

Nos hace falta entender que son seres sensibles con personalidad, identidad e intereses propios; ellos no desean sacrificar su vida y su libertad para satisfacer nuestras demandas.
No nos deben nada, por el contrario, nosotros les debemos respeto y una disculpa.
Y la manera más sincera de disculparse por las calamidades que les hemos hecho pasar, el hacerles la vida miserable desde que nacen, el extinguir un sinfín de especies, el haberles declarado la guerra sin cuartel desde aparecimos en el planeta, es hacerse Vegan@ y ser el eslabón que rompa con la cadena de su esclavitud. 

La paz comienza desde tu plato.