Hoy es un día especial.
Por ser el cumpleaños de Dennis Brown y el vigésimo
aniversario luctuoso de Jill Phipps.
Pero sobre todo, porque un día como hoy, hace un año
emprendí un viaje hacia el Veganismo.
Un viaje que es solo de ida, que una vez embarcado no hay
retorno.
Hace un año me divorcié de una cómoda y auto condescendiente
vida vegetariana, de una lucha a medias tintas por el respeto a los derechos de
los animales.
Me liberé de la trampa de los lácteos:
De sus diferentes tipos de queso en la pizza, su yogurt
griego extra cremoso, sus batidos de leche entera con nieve de crema y Philadelphia,
su eterna y severa acidez, gastritis y esofagitis ocasionados por esos placeres
que hoy concibo como insanos.
De una tibia vida de vegetariano por poco más de doce
años, decidí arreglar esa disonancia que había entre mi corazón y mis actos.
Fue entonces que derroté los caprichos de mi paladar y evolucioné al Veganismo.
¿Veganismo?
Si, porque sabía que al pedir comida libre de carne no
estaba haciendo lo suficiente para conseguir que la congruencia entre mis actos y mis ideas se
tomaran de la mano y caminaran juntos en la misma dirección.
Pero el egoísmo de mi paladar se oponía a esta
convergencia, y me bombardeaba con pretextos conformistas y mediocres propios
de un animalista de medio tiempo y un especista que trabaja horas extra incluso
sábados y domingos.
De los que abundan en las redes sociales cacareando sobre lo
mucho que quieren a su perro, y no sienten la menor culpa al comerse un filete
de pescado y presumirlo en Instagram.
Yo no quería ser un hipócrita como ellos.
Pero crecer dentro de la incubadora de una sociedad que
te muestra a los animales como objetos y materia prima de abuso, es complicado
desprogramarse y ver las cosas tal como son. Probablemente por eso hay tantos
hipócritas inundando las redes sociales.
El Veganismo es difícil cuando solo piensas en ti mismo,
en tus comodidades.
Pero si se replantea bajo esta premisa, cambia
radicalmente la ecuación:
“Si el Veganismo es difícil para mí, ¿cómo será de
difícil mi no Veganismo para aquel ternero que nace en esclavitud, que es
maltratado desde antes de salir por completo del vientre de su madre, es
separado de ésta justo después de nacer y morirá de desnutrición para que
podamos comer su carne y obtener la leche de su madre?
Nuestra “dificultad” pasa a segundo término.
Es imperante que dejemos de ver a los animales como
objetos sin sentimientos, para después dejar de tratarlos como tales.
Nos hace falta entender que son seres sensibles con
personalidad, identidad e intereses propios; ellos no desean sacrificar su vida
y su libertad para satisfacer nuestras demandas.
No nos deben nada, por el contrario, nosotros les debemos
respeto y una disculpa.
Y la manera más sincera de disculparse por las
calamidades que les hemos hecho pasar, el hacerles la vida miserable desde que
nacen, el extinguir un sinfín de especies, el haberles declarado la guerra sin
cuartel desde aparecimos en el planeta, es hacerse Vegan@ y ser el eslabón que
rompa con la cadena de su esclavitud.
La paz comienza desde tu plato.
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