lunes, 27 de febrero de 2012

Knive Kid.

Desde  muy pequeño he sentido fascinación por los cuchillos y las navajas. Al principio su imponente seriedad y forma me causaban un poco de miedo, como esas cosas que sabes que están prohibidas y el corazón late mas rápido cuando las haces, pues ni mas ni menos. Incluso puedo atreverme a decir que mi contacto con las navajas fue mi primer deliberado acto de desobediencia en mi intachable currículum. (?)

La primera que recuerdo es una navaja muy grande y pesada con mango de madrea con la punta super picuda y extremadamente afilada. Mi Papá la tenía escondida en el clóset, pero como es de suponerse no hay nada escondido para un hijo único de 5 años y para colmo hiperactivo.

Era como ésta, solo que mas ancha y pesada (sin albur, ¡puercos!)
Un buen día la encontré; estaba en una funda de cuero grueso con un duro y apretado botón, el cual por lo descrito hasta ahora, me costó trabajo abrir. Me impresionó su peso y frialdad, sentía el peligro en mis manos, pero sabía que yo podía con eso. Me la lleve al patio y empecé a buscar cosas para rebanar jugar.

En una vieja mesa de madera hinchada había mil cosas; trozos de madera, herramienta oxidada, fierros y cajas. Era realmente divertido aventar la navaja hacia las cajas y llenarlas de agujeros. Me sentía un ninja, el puto amo.

Sin embargo mi diversión era considerada por los adultos, insana, a lo cual tenía que hacerlo solo y a escondidas. Un tiempo después mi papá se dio cuenta y desapareció esa navaja :(

Los días, meses y creo que años transcurrieron sin novedad, hasta que una mañana me encontré con el señor Fidel, quien era un vecino que se dedicaba a vender chácharas a bajo costo. Entre sus novedades me encontré con un cuchillo como el de rambo.
No sé si mi poder de convencimiento era muy efectivo o simplemente le caía bien, ya que a kilómetros se sentía ( y hasta la fecha se siente) mi ángel o que de plano era un adulto muy responsable que le vendía armas blancas a niños guerreros. Total que le dije si me lo fiaba, en aquel entonces costaba 30 nuevos pesos -osea lo mismo que hoy, ja!- a lo cual él accedió sin cuestionarme nada.
Era algo así como éste, pero el mío tenía brújula en la base del mango y era mas patea-culos.

Lo recuerdo como si fuera ayer: el cuchillo tenía en el mango (el cual estaba hueco) una caña de pescar, un anzuelo, un rollito de hilo de cáñamo, unos fósforos de maderita y a modo de tapadera una brújula que me indicaba por donde irme para no perderme en el camino de mi casa a... pues a donde sea que fuera, el cuchillo venía con una funda para ponerse en el cinto y amarrarse en la pierna.


No había dios que pudiera igualar mi poder.


O al menos así me sentía. Para ese entonces yo tendría unos 8 años, me la pasaba sacándole filo y practicando con mi sombra técnicas de ataque, por que ya saben, hay mucho desequilibrado que anda acosando niños por ahí y hay que estar preparados. Y yo lo estaba, solo que mis padres no lo tomaron como una conducta lógica y normal para un niño y decidieron desaparecer ese cuchillo "por mi bien".

Si quieren saber algo, NUNCA me corté ni me hice daño, ni le hice daño a nadie (creo) salvo a la tranquilidad de mis progenitores y a la de la gente que me veía. Por el contrario era extremadamente cuidadoso y a nadie se lo prestaba, quería demostrar que era lo suficientemente maduro para portar un cuchillo. Fue una pena que los demás no lo creyeran así. Hasta que una mañana que desperté mi cuchillo ya no estaba donde lo había dejado la noche anterior, justo antes de acostarme.
Misteriosamente nadie sabía nada del tema, como si le hubieran salido patas y se hubiera dado a la fuga sin hacer ruido.

Pocos años después empecé a comprar navajas en el centro, no tenía tanto dinero así que compraba de las chafitas de $20 y $30 que se doblaba la hoja a la primer lanzada, pero dios, que divertido era!

También desarrolle un gusto por las navajas suizas, las cuales eran infaltables en mi mochila, ya que si algún día me perdía en el bosque, esa sería mi herramienta de supervivencia.

Por ridículo que parezca cuando mas cortes y heridas me hice con una navaja, fue en la carrera, en calidad de semi-profesional. Nunca faltaron los navajazos con el cutter haciendo maquetas, pregnancias, etc...

Si me  piensas regalar algo en mi cumpleaños, y no tienes ni puta idea de que, siempre serà bien recibida de mi parte una buena navaja. Te dejo unos ejemplos, por mencionar algunos:





Aunque en realidad no hago distinción, la navaja que sea de tú elección.

Esta serìa genial para navidad;

Ideal para rebanar a hijos de puta que te caigan mal.


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